Ni se me ocurre ponerle título a esta columna, pero es que llega un momento en que uno se ve obligado a intervenir en esta absurda y ridícula polémica sobre la lengua catalana que ha desatado una persona que jamás ha hablado en mallorquín en público, Carlos Delgado, alcalde de Calvià. Los mallorquines lo saben y no son bobos. Y es que no voy a ocultar mi gran perplejidad y gran enfado ante los intentos desesperados de mucha gente en borrar la lengua catalana de las Baleares. Todos lo sabemos, esta polémica se resume a que con este tema podemos arañar votos y desviar la atención. Es nuestro último intento. Pero yo sé que a toda esta gente que se dedica a intoxicar con el tema del catalán mientras se suben el sueldo no le importa un pepino la lengua de los mallorquines: ni la hablan, ni la escriben ni se la transmiten sus hijos. Me parece inmoral que esta gente ahora entretenga a la plebe con esta tontería tras una dictadura que prohibió su enseñanza reglada y ocultó al pueblo toda una riqueza que se tuvo que aprender a salto de mata. Si luego se estandarizó, busquen a los verdaderos culpables: los jerarcas franquistas que la silenciaron abrieron un hueco que rellenó una generación que conoció una Barcelona que sí apreciaba su idioma propio. Aquí en Mallorca se les negaba a los forasteros aprender el mallorquín. De hecho es excepción que la hablen, y ya puede uno ganar carreras de motos. No pronunciará ni una sílaba en mallorquín. Un insulto y una desvergüenza que el propio Antich consintió no hace mucho. Y me duele que este periódico les siga el juego, porque no me parece científico negar la catalanidad de nuestra lengua, es como afirmar que la Tierra es cuadrada. También me parece inmoral querer separar a los niños por cuestiones de lengua, aunque este debate lo puedo dejar para otro día. Luego los hay que pontifican sobre las lenguas nacionales. Es increible, ahora resulta que el francés y el inglés que estudiamos son fruto de maquinaciones masónicas que se han cargado las variantes medievales. Y que el castellano se libra de tal estigma. ¿No recuerda ya nadie aquello de que los andaluces y murcianos hablaban mal?, pues yo sí. Y me lo hicieron creer. Y nos reíamos de ellos. Y les recordábamos que el castellano se escribía como se pronuncia, que no fueran tan vulgares. Es increible que gente de mi edad ya no recuerde estos detalles clasistas que sufrimos en el colegio. Y ahora unos iluminados pretenden que cada uno escriba como le parezca, sin normas, sin ortografías. Pues adelante, que lo hagan. Yo no me compadeceré de su ridículo. Ni El Mundo se atreverá. Lo poco que se publica en vernáculo es en catalán estandar, no son tontos. Fora Vila Verd, por ejemplo, se publica en la satanizada jerga que odia Delgado.
Para acabar quiero recordar qué siginifica balear para Mossèn Alcover, lo he buscado en su sacrosanto diccionario que todos parecen querer arrastrar sobre sus conciencias: balear es cada una de las islas Mallorca y Menorca, modernamente también Ibiza y Formentera; balear es también nativo o propio de alguna de leas dichas islas. ¿dónde está la lengua balear? En ningún párrafo del diccionario de Mossèn Alcover. Reto a Antonio Alemany a que me la encuentre en sus páginas. En cambio sí lo afirma en la voz catalán, e incluye un mapa por si hay dudas.
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